miércoles, 14 de mayo de 2014

Goya y Delacroix: el eslabón perdido

Uno de los mayores problemas que comúnmente se ha dado en la historiografía de Goya es ver hasta qué punto y en qué medida podemos tomar su obra como precedente del Romanticismo francés, es decir, de la Modernidad. Esta idea no deja de ser una gran paradoja, teniendo en cuenta que desde mediados del siglo XVIII y durante gran parte del siglo siguiente, España fue vista por el mundo civilizado francés, británico y norteamericano como un apéndice de África, como un lugar cercano y exótico (sobre todo en el caso francés) donde curiosear. Hoy hablaremos de la fortuna que tuvo la obra final de Goya en Delacroix, el príncipe del Romanticismo.

El pintor Francisco de Goya, Vicente López (1826), 95,5 x 80,5cm. Museo Nacional del Prado, Madrid

Con respecto a la evolución de la fama de Goya en el extranjero, encontramos un artículo bastante interesante de Michel Florisoone (1) en el que nos dice que en vida ya había sido mencionado en sus obras por distintos viajeros.

En ese sentido, en 1788 el Barón de Bourgoing en su obra Nouveau voyage en Espagne ya destacó a Goya como pintor costumbrista, reseñando en una edición posterior su buena labor como retratista (Tableau de l'Espagne Moderne, ediciones de 1797 y 1807). Asimismo, el clérigo e historiador inglés William Coxe en su libro Memoirs of the King of Spain of the House of Borbon, from the accesion of Philip V, to the death of Charles III (1815), donde destacaba "la ligereza y la gracia de su pincel".

Posteriores al fallecimiento de Goya en 1827, aparecieron Etudes sur l'histoire des Institutions, de la Littérature et des Beaux-Arts en Espagne, de Louis Viardot y A year in Spain de Alex Slidell Mackenzie, ambos de 1831, donde ya se destaca la figura de Goya con respecto a todo el panorama artístico español de su época.

Portrait de Ferdinand Guillemardet, Goya (1798), 186 x 124cm. Musée du Louvre, Paris

Édouard Bertin, Pierre-Louis de Laval (1815), 66 x 54,5cm. Collection privèe

Una vez asumido que prácticamente ninguno de estos viajeros atendió a la producción de grabados de Goya, pasaremos a explicar cómo pudieron llegar hasta Delacroix la serie de Los Caprichos (1797-99) y qué influencia tuvieron en su obra posterior.

En primer lugar nos encontramos el retrato que Goya realizó en Madrid al médico Ferdinand Guillemardet, embajador francés en España durante el Directorio (2), quien coincidiendo su vuelta a Francia con la publicación de Los Caprichos, siempre se ha supuesto que se habría llevado una edición. Esto tiene importancia porque sus dos hijos Félix y Louis tuvieron una gran amistad con Delacroix desde su juventud, por lo que se deduce que podría haber visto los grabados en su casa hacia 1818.

La segunda hipótesis, que no invalida la primera; es un testimonio del propio Delacroix en su Diario el 19 de marzo de 1824, donde menciona que ha visto en su taller junto a Édouard Bertin (hijo del famoso periodista fundador del Journal des Débats, Louis-François Bertin) unos Goya que podrían ser también los Caprichos que Goya publicó en España u otra serie más reducida que este publicó con C. Motte Éditeur en Burdeos entre finales de 1824 y principios de 1825 llamados Caricatures espagnoles. Ni plus, ni moins, par Goya, como señala Núñez de Arenas (3).

Sea como fuere, lo que está fuera de toda duda son dieciséis dibujos realizados por Delacroix en estas fechas (c. 1818-24) en los que toma por ejemplo bastantes escenas representadas en los Caprichos. Queremos pensar que debió de ver la versión española, dado que la francesa no contenía la totalidad de los grabados.

Homme enlevant une femme, Eugène Delacroix (c. 1818-24) (RF 10175, Recto). Inventaire du département des Arts Graphiques, Musée du Louvre, Paris

Que se la llevaron! (Capricho nº 8), Francisco de Goya (1797-99), 30,6 x 20,1cm. Museo Nacional del Prado, Madrid

Femme tenant la langue d'un pendu (RF 10181, Recto. Inventaire du département des Arts graphiques, Musée du Louvre, Paris)

A caza de dientes (Capricho nº 12), Francisco de Goya (1797-99), 30,6 x 20,1cm. Museo Nacional del Prado, Madrid

Feuille d'études avec dix études de têtes, Eugène Delacroix (c. 1818-24) (RF 31217, Recto). Inventaire du département des Arts Graphiques, Musée du Louvre, Paris

Volavérunt (Capricho nº 61), Francisco de Goya (1797-99), 30,6 x 20,1cm. Museo Nacional del Prado, Madrid

Fuera de esto, que no es más que un gesto de admiración de Delacroix hacia la obra gráfica de Goya, poco se puede hablar sobre la influencia del aragonés en el francés, como bien señaló el historiador Julián Gállego en 1950 (4). Todo ello va en detrimento de las opiniones expresadas por Florisoone en la década de los sesenta, donde en varios artículos quiso ver una influencia muy clara de Goya en la obra de Delacroix de la década de 1830 (La batalla de Poitiers, La batalla de Nancy, La Libertad guiando al pueblo o la serie de grabados que hizo sobre el Fausto de Goethe en 1825).

Todo ello queda muy bien reflejado en una carta que le envió Delacroix al funcionario y crítico francés Laurent Matheron (5),  el 19 de diciembre de 1855, donde le dice que apreciaba mucho más los grabados de Goya que sus pinturas, y que consideraba Los Caprichos como su obra maestra (6). 

Scène des massacres de Scio. Families grecques attendant la mort ou l'esclavage, Eugène Delacroix (1824), 419 x 354cm. Musée du Louvre, Paris

Finalmente, mucho se ha hablado sobre si Goya hubiera estado presente en París para la inauguración del Salón de 1824, donde Delacroix expuso obra y hubo una sección para litografía por primera vez. Es complicado que Goya hubiera asistido, puesto que la exposición se inauguró el 25 de agosto y Goya partió de París hacia Burdeos el 1 de septiembre (después de haber estado allí desde mediados de julio). No se puede demostrar si vio la exposición ni La matanza de Quíos de Delacroix. Lo que parece evidente es que si lo llegó a ver, siendo ya octogenario, no le hizo mella.


Notas y Bibliografía:

(1) FLORISOONE, M.: "En busca de Goya pintor siguiendo a Delacroix", Goya: Revista de Arte, nº61, 1964, pp. 18-27.

(2) Se suele agrupar en torno a su figura a todos los "afrancesados" españoles: Moratín, Jovellanos, Meléndez Valdés y Goya.

(3) NÚÑEZ DE ARENAS, M.: "Manojo de noticias. La suerte de Goya en Francia", Bulletin Hispanique, t. LII, 1950, pp. 229-273.

(4) GÁLLEGO, J.: "Presencia de Goya en los dibujos de Delacroix", Seminario de Arte Aragonés, nº 7-9, 1957, pp. 143-151.

(5) Matheron fue el primer autor que escribió una monografía sobre Goya en Francia en 1858.

(6) Literalmente dice Delacroix: "je parle des gravures qui me paraissent plus dignes d'estime que ses tableaux. (...) Quelques unes de ces planches sont d'une grande verve sans avoir cependant l'inspiration et l'exécution soutenue des Caprices qui sont probablement son chef-d'oeuvre." 

4 comentarios:

  1. Creo que la influencia es clara. Lo que no va en detrimento del gran pintor romántico, como tampoco desmerece la obra de Velázquez por la probable influencia de la pintura italiana y del tenebrismo. Goya fue un adelantado de su tiempo, precursor de vanguardias como el Expresionismo. El propio Valle Inclán, en Luces de Bohemia, llega a decir que el Esperpento lo había inventado el pintor zaragozano.
    Un saludo.

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  2. Cuando se indican influencias entre pintores resulta imprescindible buscar cómo el más moderno conoció la obra del "maestro". Muy buena entrada dando a conocer la relación Goya-Delacroix.

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  3. Cayetano:

    Yo creo que se puede precisar un poco al respecto. Si hablamos del interés que el joven Delacroix tuvo por Goya, es claro y se puede demostrar que si vio algo en Goya que muchos de sus contemporáneos de París no vieron.

    Otra cosa es que Goya haya sido una influencia decisiva en Delacroix, que no lo creo. A Delacroix se le notan más las influencias de Veronés y principalmente de Rubens, pero eso no desmerece este interés por los Caprichos de Goya.

    De hecho, de esta unión Goya-Delacroix se valieron en la exposición de la Armory Show para justificar todo el Arte de Vanguardia que se estaba haciendo en los años '10 del siglo pasado.

    Gracias por tu comentario. Un saludo.

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  4. Alegra:

    Sí, yo creo que lo interesante de la Historia del Arte no se queda en plantear hipótesis, que puede plantear cualquiera con un poco de imaginación y bastante de cara dura, sino en demostrar que lo que tu planteas es cierto. Eso es construir conocimiento, lo demás son pamplinas y argumentos para lo que quieren desacreditar la validez de todo este campo de estudios.

    Gracias por tu comentario. Un saludo.

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