sábado, 24 de mayo de 2014

Salomé: una hija obediente

Salomé avec la tête de saint Jean-Baptiste, Godfried Schalcken (c. 1700), 116,3 x 85,9cm.
Musée des Beaux-Arts, Montreal

En ocasiones comprobamos cómo iconografías que han tenido mucha importancia a lo largo de varios siglos, han incidido tangencialmente en los momentos que dotan de mayor significado a la escena que se quiere representar, de manera que el mensaje final queda desvirtuado para el público que no tenga conocimiento de la historia original. Algo así ocurre con un personaje como Salomé, a quien la iconografía ha convertido en una joven sádica y caprichosa en lugar de ser una hija que obedece a su madre. Esto no quiere decir que su conducta sea ejemplar, pero como veremos en los próximos ejemplos, ello dista bastante de su estereotipo. 
La historia de Salomé, irremediablemente ligada a la de san Juan Bautista (conviene no confundirla con la historia de Judit y Holofernes); aparece mencionada en los evangelios de Mateo y Marcos principalmente (Mt 14, 3-12; Mc 6, 17-29), siendo la versión de Marcos la más completa de las dos. Allí se nos cuenta que ante la acusación del bautista a Herodías de estar con el rey (Herodes Antipas) siendo la mujer de su hermano (Herodes Filipo), ésta le pidió al rey que lo ajusticiara, pero lo máximo que él pudo hacer fue encarcelarle indefinidamente, dado que el bautista era un personaje muy respetado entre los súbditos de su reino por ser profeta.

The dance of Salome, Benozzo Gozzoli (1461-62), 23,8 x 34,5cm. National Gallery of Washington

De este modo, y durante un banquete que Herodes Antipas ofreció a sus cortesanos con el motivo de su cumpleaños, Salomé, hija de Herodías e hijastra del rey; realizó de motu propio un baile que encandiló a toda la corte, incluido el monarca, quien le prometió que le daría lo que deseara, pues tanto había disfrutado de su danza. La hijastra entonces pidió consejo a su madre, quien le sugirió que solicitara la cabeza del bautista, y así fue. Herodes Antipas, habiendo comprometido su palabra, no tuvo más remedio que mandar ejecutar a su prisionero si no quería ser el hazmereír de su reino.

Degollación de san Juan Bautista, Massimo Stanzione (c. 1635), 184 x 258cm.
Museo Nacional del Prado

Una vez ejecutado el bautista, el verdugo llevó su cabeza sobre una bandeja de plata, tras lo que Salomé le ofreció a Herodías el trofeo que deseaba desde que se había visto menospreciada por el profeta. En los textos no se menciona si estaba presente o no Herodes Antipas, pero la iconografía normalmente lo incluye representándolo con gesto de repulsión. No es habitual la representación de la entrega de la cabeza del bautista de Salomé a Herodías.

Salome with the head of John the Baptist, Andrea Solario (1506-07), 57 x 47cm.
Metropolitan Museum, New York

Herodias, Paul Delaroche (1843). Wallraf-Richartz Museen, Köln

Salome, Jean Benner (c. 1899), 118 x 80. Musée des Beaux-Arts, Nantes

Por otra parte, nos ha llamado mucho la atención cómo se ha interpretado al personaje de Salomé en cada momento, pues se han llegado a hacer representaciones completamente inventadas por los artistas, como por ejemplo que la hija de Herodías presenciara la ejecución del bautista (sola o en compañía), o que sean ella y su madre quienes van a la celda donde se encuentra el profeta ejecutado, o incluso, que le lleven a sus estancias la cabeza del bautista mientras ella está sentada o echada en su lecho.

La decapitazione di San Giovanni Battista, G. B. Tiépolo (1732-33), 350 x 300cm. Capella Colleoni, Bergamo

Salome, Odilon Redon (c. 1893). Kunsthalle, Bremen

Salome, Pierre Bonnaud (1865). Private Collection

Nos parece también muy elocuente y representativo de la mentalidad del momento, el modo en que a Salomé se la encuadra en el conjunto de "mujeres malvadas o peligrosas" (Lilith, vampiras, etc.), que es una respuesta al creciente feminismo de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. Es el momento en el que desde el mundo intelectual de  la época (masculino por costumbre y conservador por definición) se creará un estereotipo que demonice a la mujer moderna. De este modo, veremos que se intensifica la visión pecadora de Salomé, que es sexualmente exuberante y trágica en sus consecuencias. Los ejemplos son muchos, variados y en ocasiones, muy burdos. Reproduciremos los más interesantes.

Salome, Franz von Stuck (1906). Private Collection

La danse de Salome, Gaston Bussière (1928), 74 x 92cm. Private Collection

Salomé, Federico Beltrán Massés (1932), 98 x 79cm. Private Collection

Finalmente, hemos encontrado entre las representaciones contemporáneas, actitudes que nos llevan casi a una introspección psicológica por parte de Salomé ante la cabeza cortada del bautista, dándonos imágenes muy sugestivas, pero que nada tienen que ver con lo dicho en los textos.

Salomé, Julio Romero de Torres (1926), 72 x 92cm. Museo Julio Romero de Torres, Córdoba

Salome, Lucien Lèvy-Dhumer (1896), 51 x 61cm. Private Collection

2 comentarios:

  1. Muy sugerentes las interpretaciones de tan terrible suceso.
    Moraleja: no te enfrentes nunca con una dama si quieres mantener tu cabeza en su sitio.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
  2. Buenos días, Cayetano.

    Lo bueno del arte es que a lo largo del tiempo da pie a muchas lecturas (cada una en relación a su contexto histórico). Por eso, y viendo cómo ha sido utilizada la imagen de Salomé, no viene mal preguntarsé ¿quién es? o ¿qué representa la historia Salomé hoy en día?

    Muchas gracias por tu comentario. ¡Pasa un buen día electoral! ;)

    ResponderEliminar