viernes, 25 de abril de 2014

Mateo Cerezo: Un burgalés en la corte del Rey Planeta

Supuesto retrato de Mateo Cerezo, el joven (1)

Muchas veces, cuando contemplamos obras de arte nos quedamos con los maestos que conforman la columna vertebral de un movimiento o de una escuela pictórica, diluyéndosenos por el rabillo del ojo muchos otros autores que merecen mucho la pena, pero que están tapados por las grandes marcas de la Historia del Arte. Hoy hablaremos de Mateo Cerezo, el joven, un pintor burgalés que tuvo notable importancia en Madrid y Valladolid en el siglo XVII y aún fue muy estimado por los artistas y teóricos del siglo XVIII.

Dentro del rompecabezas que resulta la vida y obra de este artista, tenemos pocas certezas. La primera es que procedía de Burgos, siendo hijo de Mateo Cerezo padre, llamado el viejo para diferenciarlo de nuestro pintor.

Sobre la fecha de su nacimiento siempre ha habido bastante controversia, diciendo Palomino que habría nacido en 1626, mientras que Ceán creía que habría nacido en 1635. Actualmente se toma como buena la fecha de 1637.

Se habría desplazado a Madrid a los quince años de edad, sobre 1652, para perfeccionar su estilo en el taller de Carreño de Miranda, quien sería pintor del rey en tiempos de Carlos II y que pasaba por tener un estilo muy colorista, relacionado con lo veneciano.

Ecce Homo, Mateo Cerezo (c. 1660-66), 98 x 75cm. Szépművészeti Múzeum, Budapest

Magdalena penitente, Mateo Cerezo (c. 1660), 100 x 88,5cm. Colección particular

Con Carreño de Miranda aprenderá a pasos agigantados, realizando hacia 1657 muchas obras de carácter devoto para parroquias madrileñas como el Monasterio de Santa Isabel, para la que hizo un Santo Tomás de Villanueva dándole limosna a los pobres y San Nicolás de Tolentino sacando las ánimas del Purgatorio, de las que no conocemos su paradero.

Visión de san Agustín, Mateo Cerezo, el joven (1663), 208 x 126cm. Museo Nacional del Prado, Madrid

En este punto, todas las versiones cuentan que Cerezo habría decidido volver a Burgos una temporada (sin saber bien por qué) y que antes de llegar habría estado en Valladolid un tiempo, donde dejó varias de sus obras más conocidas como una Aparición de la Virgen a san Francisco de Asís, que actualmente se conserva en la Fundación Lázaro Galdiano.

No tenemos noticia de cuándo llegó definitivamente a Burgos, ni qué hizo allí. El caso es que al cabo de un tiempo volvió a Madrid y realizó su obra más celebrada, una Cena de Emaús para el Convento de los Agustinos, que siglos después perteneció al Marqués de Coicorrotea (2) y que actualmente desconocemos dónde puede estar. También parece ser que participó junto con Francisco Herrera, el mozo, en los frescos de la cúpula de la Iglesia de Nuestra Señora de Atocha, que tampoco se conservan.

Aparición de la Virgen a San Francisco de Asís, Mateo Cerezo, el joven, 245,5 x 175cm. Fundación Lázaro Galdiano, Madrid

Bodegón con cocina, Mateo Cerezo, el joven, 1664 (c.), 100 x 127cm. Museo Nacional del Prado, Madrid

En lo que sí que hay bastante consenso es en la consideración de Cerezo como uno de los grandes bodegonistas españoles del siglo XVII, tanto por su terminado, como por las conexiones con el bodegón holandés, tan extraño de ver en la España de entonces. En este punto se suele aducir una influencia de los bodegones del vallisoletano Antonio de Pereda, aunque también se suelen comparar con los de De Leito.

Por último, queda decir que tampoco sabemos de qué habría muerto un autor tan prometedor a los veintinueve años de vida. Nos resulta en cambio curioso, que su fama fuese considerable en el siglo XVIII a merced de las alabanzas que de él hizo Palomino y las copias y reproducciones en grabado que se hicieron de la misma. Autores posteriores a esa fecha, como Ceán Bermúdez, han rebajado el entusiasmo de Palomino, siendo actualmente más conocido por sus bodegones que por su pintura religiosa, mucho más difícil de identificar.

Para más información sobre este autor recomendamos: BUENDÍA, J.R. y GUTIÉRREZ PASTOR, I.: Vida y obra del pintor Mateo Cerezo (1637-1666), Servicio de publicaciones de la Diputación Provincial de Burgos, 1986.


(1) BUENDÍA, J.R. y GUTIÉRREZ PASTOR, I.: Vida y obra del pintor Mateo Cerezo (1637-1666), Servicio de publicaciones de la Diputación Provincial de Burgos, 1986., p. 110.
 
(2) SÁNCHEZ CANTÓN, F.J.: Fuentes Literarias para la Historia del Arte, t. IV, Impresora Clásica Española, Madrid, 1936, p. 237.

4 comentarios:

  1. A veces los árboles no dejan ver el bosque. Los artistas de renombre eclipsan a otros artistas también muy buenos. No voy a entrar en símiles fáciles, pero ocurre tambien en el mundo del cine, de la música, de la literatura... Los grandes copan el mercado -qué poco me gusta esta palabra- y no permiten que se conozcan otras opciones. Lamentablemente, muchas veces son los más mediocres los que eclipsan a los buenos, como en la anterior Feria del Libro, colas enormes para comprar ejemplares a gente del famoseo-petardeo televisivo, mientras cuatro despistados se acercaban a las casetas donde Almudena Grandes y Eduardo mendoza firmaban sus libros. Este año, la escritora Belén Esteban se va a hinchar a firmar -si es que sabe hacerlo- centenares de ejemplares de "algo con hojas" que le escribió otro.
    Un saludo.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Buenos días, Cayetano.

      Eso es lo que pienso yo, que en todas las profesiones hay quienes se llevan la fama sin merecerla y otros que mereciéndola, nadie les hace ni caso. Hay un poco de todo.

      El caso de Cerezo me pareció en su momento muy flagrante, así que me puse a mirar todo lo que se sabía de él en la actualidad. Ojalá en el futuro podamos reconstruir más sobre su historia y recuperar todo lo que el tiempo nos ha ocultado.

      Muchas gracias por tu comentario. Un saludo

      Eliminar
  2. Me comí la tilde de "también" y la "M" de Mendoza. Mis disculpas.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tranquilo, creo que Mendoza todavía no se pasa por aquí, jejeje.

      Eliminar