martes, 17 de junio de 2014

Manet 1863: arte y pornografía

Naissance de Vénus, Alexandre Cabanel (1863), 130 x 225cm. Musée d'Orsay, Paris

Corría el año 1863. El príncipe del Romanticismo, Eugène Delacroix acababa de morir en agosto y Cabanel se consolidaba como el pintor más reputado del momento a raíz de su esplendoroso éxito en el Salón Oficial de ese año; tanto, que el mismo Napoleón III decidió comprar la obra inmediatamente para su colección privada.

Como es sabido, en ese mismo año, habían sido tantas las obras rechazadas en el Salón Oficial (hasta tres mil), que se creó por intercesión también de Napoleón III a modo de desagravio (aunque todo se quedó en las buenas intenciones) otro salón independiente para estos pintores que sería conocido como le Salon des Refusés o el Salón de los Rechazados. Allí el gran escándalo se produjo con El desayuno sobre la hierba o Almuerzo campestre de Manet (1863), intensamente criticado por mostrar a una mujer completamente desnuda junto a dos hombres vestidos que están conversando, no habiendo ninguna excusa argumental de tipo mitológico para justificar este desnudo femenino.

Le déjeuner sur l'herbe, Édouard Manet (1863), 208 x 265,5cm. Musée d'Orsay, Paris

No obstante y aunque cronológicamente hay dos años de diferencia, la comparación más acertada de las Venus del arte oficial es con su Olympia, obra que realizó también en 1863, pero que no fue presentada en el Salón Oficial hasta 1865. Un nuevo escándalo tuvo lugar. Esta vez Manet había sido más audaz en la grosería de su desnudo, en lo impúdico que era la ausencia de tema.

Olympia, Édouard Manet (1863), 130,5 x 191cm. Musée d'Orsay, Paris

¿Pero cuál es la cuestión de fondo?

En aquellos momentos, sobrepasada la mitad del siglo XIX, se hacía fuerte lo que se ha venido a denominar Arte del IIº Imperio, en el que la pintura oficial lo era todo; y dentro de esta, la Pintura de Historia era el género primordial, donde un artista exponía su valía técnica e intelectual.

Naissance de Vénus, William Bouguereau (1879), 300 x 215cm. Musée d'Orsay, Paris

Desde los inicios de la escultura griega, el desnudo de mujer se había venido justificando a través de su vinculación a una iconografía, que entonces era su propia religión y que pasando el tiempo se miraría desde el cristianismo como mitología. Independientemente del prisma con el que lo miremos, desde la recuperación de los asuntos mitológicos en el Renacimiento siempre permaneció esta justificación, que no dejaba de ser un autoengaño, pues cobijaba en esta excusa una cuestión que atentaba contra la moral cristiana, que es la pornografía.

Es además muy evidente, que la tendencia que estaban tomando los pintores académicos (desde la segunda mitad del siglo XIX llamados despectivamente Pompier o bomberos, aludiendo a los yelmos de la soldadesca romana o de otras épocas que retrataban en la pintura de historia) era la de hacer una pintura cada vez más erótica con una justificación más exigua.

Caricatura de la Olympia de Manet, realizada por Cham para la revista Le Charivari en mayo de 1865

Precisamente por haber confrontado esta situación, Manet tuvo que soportar toda clase de reprobaciones morales, además de ataques desde le punto de vista técnico. Para los críticos y los conocedores de arte que pasaron por el Salón Oficial de 1865 era inconcebible que una mujer, que se sabía que era prostituta de lujo (por el ramo de flores que recibía, así como por su nombre rimbombante y por los zuecos que lleva puestos), pudiese ser un tema decente a representar. Huelga decir la vergüenza y la cólera que más de un burgués tuvo que soportar viendo la obra junto a su esposa, al reconocer en la iconografía, las formas y los lugares que solían frecuentar a escondidas.

Olympia (detalle de la criada negra), Édouard Manet (1863), 130,5 x 191cm. Musée d'Orsay, Paris

Olympia (detalle de los zuecos), Édouard Manet (1863), 130,5 x 191cm. Musée d'Orsay, Paris

Contrariamente a lo que estas personas veían, la obra de Manet estaba apoyada iconográficamente en grandes obras maestras de la pintura veneciana, como la Venus durmiente de Giorgione (1508-10) o la Venus de Urbino de Tiziano (1538). Lo que no tenemos certeza que pudiera haber visto antes de pintar su Olympia es La maja desnuda de Goya (1795-1800), que era un precedente del desnudo femenino sin referencia mitológica.

Schlummenrde Venus, Giorgione (1508-10), 108,5 x 175cm. Gemäldegalerie, Dresden

Venere di Urbino, Tiziano (1538), 119 x 165cm. Galleria degli Uffizi, Firenze

La maja desnuda, Francisco de Goya (1795-1800), 98 x 191cm. Museo Nacional del Prado, Madrid

Por lo tanto, Manet lo que hizo fue derribar la doble moral aceptada socialmente, desnudando las vergüenzas del arte oficial y presentando el desnudo de una mujer como tal, divinizada por la tradición artística y no por la mitología. Es hasta cierto punto normal que aquellos hombres, amigos de meretrices, no pudieran mirarle a los ojos al retrato de la que no tenía nada que esconder.

4 comentarios:

  1. Maravillosa entrada, pese a que creo que no llegué a comentar os descubrí en la etapa final de Anónimo Castellano y de verdad que era una página de referencia en cuanto a la variedad y calidad de las entradas (y veo que lo siguen siendo en vuestros respectivos blogs)

    Un saludo!

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  2. Buenos días, DKTMK7:

    Me ha hecho mucha ilusión leer tu comentario. El trabajo en Anónimo Castellano fue estupendo, por eso lo hemos querido recuperar en Atlas Mnemosyne (ahora El bargueño de la dama de armiño) y en el que estás ahora mismo.

    Intentaré hacer alguna entrada nueva en este blog cuando tenga tiempo. De momento puedes encontrar lo que estoy escribiendo ahora en el blog de Los Laberintos del Arte, que tiene un enfoque bastante más concreto.

    Gracias por tu comentario.

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  3. Buenos días, Cayetano.

    No sé si a Manet le llamaría estrictamente provocador. En esta obra desde luego que sí, pero en general no creo que fuera algo que buscase. Manet quería vincularse con los grandes maestros de la pintura, pero llegando por el camino que a él le diera la gana, no por el camino que le marcaba el Arte Oficial. Ahí es donde está la actitud rebelde de Manet.

    Muchas gracias por tu comentario. Un saludo.

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