Podríamos decir que
Sir Lawrence Alma-Tadema (Dronrijp, 1839-1912, Wiesbaden) inventó las recreaciones históricas antes de que en nuestra generación nos acostumbrásemos a verlas dramatizadas en series de televisión de la BBC, que también se ha denominado como "pintura arqueológica".
De él dijo
John Ruskin que era el peor pintor del siglo XIX y que su pintura servía para decorar las cajas que contenían las botellas de bourbon, así como su discípulo
John Collier, quien pensaba que su arte era irreconciliable con los planteamientos de
Matisse,
Gauguin o
Picasso.
Nacido en un pequeño pueblo del norte de los Países Bajos (de hecho, su nombre original era Lourens Tadema) e hijo de un notario del que quedó huérfano a los cuatro años, Alma-Tadema era un chico enfermizo cuando empezó su educación artística junto con sus hermanos en Leeuwarden, trasladándose a los dieciséis años a Amberes para entrar en la Academia de Bellas Artes de la ciudad.
Mientras estuvo en la academia, además de ganar muchos premios como estudiante, colaboró con el profesor Lodewijk Jan de Taeye, quien le introdujo en el gusto por la pintura histórica y por el aprecio de las indumentarias del pasado, pero su mentor más significativo posiblemente fue Jan August Hendrik Leys, que era el pintor académico más reputado de toda Bélgica.
Con él profundizó sus estudios historiográficos, interesándose por la historia de los reyes francos, como podemos ver en La educación de Clodoveo, fundador de la dinastía Merovingia en el siglo V. Vern G. Swanson**, uno de los estudiosos que redescubrió a Alma-Tadema en la segunda mitad del siglo XX, cuenta una anécdota en la que Leys habría criticado la manera en que Alma-Tadema había terminado los mármores de la obra, comparándolos con la textura del queso. Esto hizo que nuestro pintor se hiciera cada vez más puntilloso, llegando a imitar a la perfección todos y cada uno de los materiales que quiso representar.
No podemos poner por alto tres hechos que serían trascendentales para su desarrollo como pintor, por una parte su viaje a Londres en 1860, donde tuvo la oportunidad de conocer el British Museum, en el que las piezas que el museo conserva sobre el Antiguo Egipto le dejaron especialmente fascinado. Por otra parte, Alma-Tadema se casó en 1863 con la periodista francesa
Marie-Pauline Gressin Dumoulin, con quien viajó a Italia en su luna de miel, donde se sumergió en la cultura romana, tomando especial interés en los restos de Pompeya y Herculano, de los que hizo numerosos apuntes y fotografías. El tercer dato fundamental fue el descubrimiento en 1864 por parte del influyente marchante y publicista holandés
Ernest Gambart, que había proyectado anteriormente la obra de varios Prerrafaelitas como
Millais,
Holman Hunt o
Madox Brown.
En este punto, llama la atención el odio acérrimo de Ruskin a Alma-Tadema, habiendo sido el crítico, el gran valedor de los Prerrafaelitas. Posiblemente tendría más que ver con lo saneadas que estaban las cuentas bancarias del pintor de origen holandés, que con el tiempo llegó a vender sus obras por 20.000 libras esterlinas de la década de 1880.
En cualquier caso, desde que Alma-Tadema entró en relación con Gambart, el reconocimiento de su obra en Inglaterra creció notablemente, presentándose en sociedad con la exposición de Londres de 1865, pese a que el artista siguió viviendo en Bélgica hasta 1870.
Este primer éxito en Londres no hizo en cambio que se mudase allí inmediatamente, ni tampoco le llevó a especializarse todavía en el Mundo Antiguo, pues en obras como la que acabamos de presentar, todavía trata de recrear el siglo XVII con su esposa como modelo. Para su cambio de actitud tendrá que acontecerle la desgracia de perder a su primera mujer, quien murió a causa de la viruela en 1869 y la posterior guerra Franco-Prusiana de 1870, que le hizo decidirse a partir hacia Londres con su hermana Artje y las dos hijas que había tenido con Marie-Pauline.
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Interrupted, Sir Lawrence Alma-Tadema (1880), 30,5 x 43,2cm. Fulham Public Library, London |
Una vez establecido en Londres, conoció a través del pintor Madox Brown a la joven pintora
Laura Theresa Epps de diecisiete años (él entonces tenía treinta y tres), de la que se enamoró prácticamente a primera vista y con la que se casó en 1871, pese a las primeras reticencias de su padre. Desde entonces, sería la modelo de muchas de sus composiciones.
En este tiempo ya se involucró mucho más con los temas romanos de tiempos del Imperio y otros propiamente pompeyanos, además de retratar a las gentes pudientes de Inglaterra vestidos a la romana e introducidos en interiores romanos o exteriores con vistas al Mediterráneo. Son más curiosas aún las recreaciones de la vida diaria romana en sus obras, mostrándonos que en la mayoría de las cosas poco habían cambiado los hombres de su tiempo con respecto a aquellos que llevaban tanto en la otra vida. Para ello, realizará varios tours por Italia con su mujer para recabar más información arqueológica que pudiera servirle para plasmar en sus obras.
Son especialmente reseñables las obras en las que trata de marcar momentos históricos del Imperio romano, como los gobiernos de Tito, de grato recuerdo para los romanos o del blasfemo adolescente Heliogábalo, que murió asesinado tras el desorden político y teológico que había generado a su paso.
En los últimos años, además de cosechar múltiples reconocimientos desde el mundo académico inglés, Alma-Tadema rebajó bastante su producción para hacer obras desde un punto de vista más cercano y con un nivel de detalle todavía mayor si cabe. No obstante, ya en los primeros años del siglo XX sus obras no estaban tan cotizadas como en las dos décadas anteriores.
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This is our corner, Sir Lawrence Alma-Tadema, 47 x 56,5cm. Van Gogh Museum, Amsterdam |
Pese a todo, no debemos olvidar la faceta como retratista de Alma-Tadema, siempre solapada por el tópico que ha quedado de él de ser el pintor de las escenas a la romana y que si bien pueden resultar excesivas en la carga de detalle o incluso empalagosas cuando uno se enfrenta a la vasta obra de nuestro autor, lo que no se le puede negar a Alma-Tadema es de proporcionarnos una imagen fiel de lo que la arqueología británica pensaba sobre las civilizaciones antiguas en la segunda mitad del siglo XIX.
Finalmente y como anécdota, queríamos recordar la influencia de nuestro pintor en el cine, porque pese al varapalo que sufrió la fortuna crítica de la obra de Alma-Tadema a principios del siglo XX (siendo esto más acusado tras la Iª Guerra Mundial), sus espacios sirvieron como inspiración a las primeras superproducciones hollywoodenses, en especial a películas como
Intolerancia de
Griffith (1916) o
Los diez mandamientos de
Cecil B. DeMille (1956).
Es posible que la pintura de Alma-Tadema durante el significativo
avance de las Vanguardias Históricas quedase maltrecha por este ciclón sociológico-artístico, así como la capacidad que su obra tiene para transportar en el tiempo al espectador.
**SWANSON, V.G.:
Alma-Tadema: The Painter of the Victorian Vision of the Ancient World, Ash & Grant, London, 1977, p. 12.
Nunca llueve al gusto de todos. En todo caso es grato que se vuelva a hablar de Holanda y no para referirnos a un partido de fútbol.
ResponderEliminarBuenas noches, Cayetano.
ResponderEliminarYo entiendo que el problema de Alma-Tadema es que su pintura final se acabó haciendo muy repetitiva. A quien no le entrasen por los ojos las reconstrucciones históricas de este pintor es comprensible que les cayera un poco gordo.
Lo que me llama la atención es la aversión por Alma-Tadema cuando no vivió el gran crack de la pintura oficial, que fue tras la Iª Guerra Mundial.
Muchas gracias por tu comentario. Muy buenas noches.