En Arte como en la vida, los cambios importantes se producen muy despacio.
Lejos de lo que se suele pensar, el gusto por el arte de Vanguardia no se dio ni con los escándalos de Manet, ni con la llegada del Impresionismo. De hecho, en París ya conocían el Fauvismo, el Cubismo, el Futurismo, el Expresionismo, la pintura de los Nabis, las obras de Gauguin desde las antípodas del mundo civilizado o los primeros pasos de Duchamp antes de ser el líder del Dadaísmo, y todavía ninguno de estos movimientos había calado ni en el público, ni en los grandes coleccionistas americanos. Ellos estarían llamados a ser los que escribirían con sus compras el nuevo enfoque que se le daría al Arte Contemporáneo.
Hoy hablaremos de la Armory Show, la exposición que marcó un antes y un después en la concepción que el mundo tenía de las Vanguardias.
La exposición fue organizada por la
Association of American Painters and Sculptors (AAPS), que había sido creada por
Walter Kuhn,
Walter Pach y
Arthur B. Davies en 1912 para que el público norteamericano tuviera la oportunidad de ver los avances estéticos que se estaban dando en otras partes del mundo (refiriéndose a Europa, específicamente), y tras pasar por el
69th Regiment Armory de Nueva York (del 17 de febrero al 15 de marzo), fue exhibida primero en el
Art Institute de Chicago (del 24 de marzo al 16 de abril) y en la
Copley Society de Boston (del 23 de abril al 14 de mayo). Queremos destacar la primera de ellas por ser la que marcaría el éxito de todo el ciclo y también por marcar metafóricamente a Nueva York como la nueva meca del arte mundial en el siglo XX.
Nos encontramos en 1913. No podemos perder de vista que desde los últimos años del siglo XIX los Estados Unidos de América habían ido recortando la ventaja que tenía sobre ellos el Imperio Británico como primera potencia mundial a través de sustanciales mejoras tecnológicas y económicas en el país, lo cual produjo que en el terreno del arte, muchos coleccionistas adinerados estuviesen empezando a comprar y a encargar desde las dos últimas décadas del siglo, lo que se pensaba que era el mejor del arte europeo que se estaba haciendo en esos momentos.
Esto coincide con el todavía predominio del arte academicista sobre las Vanguardias, pese a los
escándalos de Manet desde 1863 (
Le déjeuner sur l'herbe o su
Olympia) o las
exposiciones de los Impresionistas en el taller de Nadar entre 1874-1886. El problema por tanto, no era que el discurso interno del arte no estuviera evolucionando, sino que su ámbito de exposición era tan exiguo y tan ventajosa la situación de los pintores académicos, que sus obras no llegaron a manos de grandes coleccionistas hasta mucho tiempo después. En esos momentos lo que compraban eran obras de
Alma-Tadema,
Leighton,
Sargent,
Bouguereau,
Delaroche,
Cabanel o incluso
Sorolla, aunque no todos ellos afrontasen el academicismo desde la misma perspectiva, o mejor dicho; que no todos ellos fueran academicistas.
A todo ello hay que añadir que en los Estados Unidos nunca hubiera habido hasta la fecha, una manifestación plástica en la que quedase plasmada su propia estética, puesto que su arte del siglo XIX tenía como fuente fundamental lo que los artistas norteamericanos traían aprendido de Europa. Por ello esta apropiación de lo que Europa rechazaba, fue considerado su camino, para el cual no faltaron discursos (es muy notable la cantidad de textos teóricos que la propia exposición dejó en su momento, las consecuencias a esta son ciertamente incalculables).
Quizá uno de los mejores ejemplos de este cambio de rumbo en los artistas americanos lo podamos ver en la
Philip Glass Collection de Washington, de la cual la
Fundación Mapfre hizo una muy buena exposición sobre este asunto hace un poco más de dos años, lo cual es inconcebible sin la Armory Show.
¿Pero por qué triunfó estruendosamente la exposición de la Armory Show hasta el punto de cambiar el paradigma, de hacer lo blanco negro y lo negro blanco?
En primer lugar, se trataba de la primera gran exposición de masas de arte de Vanguardias (que ellos llaman
Modern Art, pero debemos aclarar que no es nuestro Arte Moderno, sino lo que aquí denominamos Arte Contemporáneo). Los organizadores, sabedores de los múltiples escándalos que algunos de estos autores habían causado en Europa, presentaron la exposición simplemente para
dar a conocer algo desconocido, sin postularse ni a favor, ni en contra; lo cual entendemos que fue beneficioso para su acogida.
No obstante, lo trascendental de esta muestra, además de la extensión, de juntar por primera vez a autores como Duchamp, Matisse, Picasso o Brâncusi fuera de Europa, era que
su recorrido empezaba en Ingres y Delacroix y terminaba en Duchamp o Picasso, generando un hilo argumental que tiene validez hoy en día, pues en toda historia general del arte que hojeemos en la actualidad aparecen estos nombres y no los de los otros autores que hemos nombrado unas líneas más arriba. La formación de un discurso coordinado en el cual se emparentara a Ingres y Delacroix con Manet, los impresionistas, Odilon Redon, Gauguin y van Gogh, los nabis, los fauvistas, los cubistas y al padre de Dadá; Marcel Duchamp, es fundamental para entender el arte Contemporáneo hoy en día.
A pesar de ello, no dejaron de aparecer viñetas jocosas en la prensa norteamericana de la época, pero la semilla ya estaba cultivada.
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Sello conmemorativo de la Armory Show |
Finalmente y a modo de pequeña reflexión, no deja de llamarnos la atención el poco eco que las principales instituciones de Arte Contemporáneo en España, así como de los medios de comunicación se han hecho del centenario de este acontecimiento histórico a nivel mundial. Es como pasar por alto el descubrimiento de la tumba de Tutankhamon o la formulación de la Teoría de la Relatividad.
Os dejamos unos enlace con las principales páginas web que han reseñado este hecho en los Estados Unidos, así como con el catálogo que editaron para la exposición** (está en PDF para quien desee descargárselo):
http://extras.artic.edu/armoryshow
http://armoryshow.si.edu/
http://armory.nyhistory.org/category/artworks/
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http://extras.artic.edu/media/armoryshow/catalogue-chicago.pdf
Excelente entrada. Me encanta la viñeta de cómo ser un pintor post-impresionista. Un saludo, Alegra
ResponderEliminarLos impresionistas no eran, en el sentido estricto, ninguna vanguardia; pero sí se pueden considerar la llave que abrió la puerta a la eclosión de un buen número de ellas en las décadas posteriores. La osadía en el uso de ciertas técnicas, como la división de tono, o de ciertas temáticas que escandalizaron a las gentes bien pensantes, prepararon el camino para otros. "Avant garde": el que va delante.
ResponderEliminarEstupenda entrada, Manuel.
Un saludo.