La imagen que solemos tener sobre Darío de Regoyos (Ribadesella, 1857-1913, Barcelona) es la de un hombre algo huraño y malhumorado, muy leal a sus amigos y azote de los enemigos que se iba granjeando por su fuerte temperamento y porque no pasaba una.
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Effets de lumière (Efectos de luz). Estación del Norte, Bruselas, Regoyos (1881), 42 x 58,5cm. Colección privada |
Darío de Regoyos, procedente de una familia bastante acaudalada en vida de su padre, que era arquitecto y académico en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, estudió pintura en la misma academia, especializándose en la disciplina de paisaje con el hispanoflamenco Carlos de Haes, el gran maestro de toda la escuela de paisajistas españoles de la segunda mitad del siglo XIX (Aureliano de Beruete o Martín Rico), quien le recomendó que fuese a Bruselas para afianzarse como pintor de paisaje y descubriera las novedades técnicas que se estaban generando en las cercanías de París.
La fama que se granjeó en Bruselas el joven Regoyos fue la del tipo amigable, divertido y bastante amigo de lucir la indumentaria castiza madrileña de la época (con chambergo y capa negra), así como de cantar las coplillas españolas tocadas con su guitarra; es decir, era el foco de atención para los belgas que le acogieron.
Se introdujo perfectamente en el grupo Les XX, (antiguo L'Essor y futura Moderne Esthétique) que estaba organizado por Octave Maus que era un abogado adinerado metido a crítico de arte junto con su colega de profesión y aficiones Edmond Picard. Ambos crearon al mismo tiempo la revista L'Art Moderne, donde escribía Paul Verhaeren, el compañero de Regoyos en su viaje por España que daría lugar a la España Negra.
Regoyos en los diez años que estuvo viviendo en Bruselas estaba acostumbrado a viajar mucho por España y por Europa, de hecho más de un viaje realizó para enseñarles los rincones de su país a estos belgas con los que había trabado amistad, como en 1882, cuando realizó un viaje por Andalucía con Constantin Meunier, Théo van Rysselberghe y Frantz Charlet.
Será en 1888 cuando coincida el fallecimiento de la madre de Regoyos (que era su principal sostén económico) y el del padre de Verhaeren. De hecho, en la
exposición organizada recientemente en el Museo Thyssen-Bornemisza comisariada por Juan San Nicolás, tuvimos la fortuna de ver la carta enviada por Regoyos a Verhaeren el 19 de marzo de ese año, en la que le daba el pésame por la pérdida de su padre. Se puede deducir que el motivo del viaje tenga como origen que ambos quisieran olvidar sus respectivos lutos, que es algo que van a llevar consigo en este viaje.
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Retrato de la Sra. de Aranaz, Darío de Regoyos (c. 1888), 72 x 46,2cm. Colección privada (2) |
Este viaje, que transcurrió por el País Vasco, Navarra, Castilla la Vieja y que finalizaba en Madrid (entonces Castilla la Nueva), abarcó desde junio hasta septiembre de 1888, reportando Verhaeren en este tiempo cuatro artículos de viaje a
L'Art Moderne que denominó
Impressions d'Artiste (3).
Las reflexiones de Verhaeren son ciertamente lúgubres, haciendo muchas alusiones al sentido fúnebre de España, aunque en ello venía muy condicionado por la forma en la que viajaron, dado que los desplazamientos entre pueblo y pueblo los hacían de día y veían estos lugares por la noche. Podemos deducir que estéticamente fue algo buscado por ambos.
Los artículos de Verhaeren no tomaron una forma unitaria ni fueron traducidos al castellano hasta diez años después, momento en que Regoyos, que llevaba ya cuatro años viviendo en España (entre Bilbao y Guipúzcoa), hizo su propia traducción de las impresiones de España que se había llevado Verhaeren y las publica en forma de serie en la revista barcelonesa
La Luz. Poco tiempo después anunciaría en la revista
Els Quatre Cats su publicación en un sólo tomo en la
Imprenta de Pedro Ortega, que saldría al año siguiente
(4).
En principio llama mucho la atención que Regoyos sacase este texto a la luz diez años después de que Verhaeren escribiera sus impresiones, pero todavía resulta más llamativa la nota que escribe en el prólogo, porque no deja de insistir en que él no es el autor del libro, que su participación es marginal, como mero presentador de un gran y desconocido poeta belga en España.
Esto es cierto a medias, porque cotejando las dos fuentes, la de Verhaeren en francés y la de Regoyos en castellano, nos damos cuenta de que si bien gran parte de lo escrito por Verhaeren ha sido respetado por Regoyos, hacia la mitad del texto, el pintor se va alejando de las palabras del poeta, empezando cada vez más a incluir ideas e historias de su propia cosecha. En ese sentido es paradigmática la descripción de una novillada que hace Verhaeren en uno de sus artículos, mientras que Regoyos viene a decir en boca del poeta que de eso no habla porque no le interesa a nadie.
En segundo lugar, Regoyos incluyó en el texto de Verhaeren una serie de grabados y xilografías en boj donde intencionalmente acrecienta el sentido lúgubre y oscuro que tenían las palabras de Verhaeren.
No podemos olvidar lo reciente que quedan los
desastres de Cuba y Filipinas de 1898, por lo que era el momento idóneo para poner una estética a ese pesimismo generalizado que se estaba instalando en la sociedad española de finales del siglo XIX (no olvidemos tampoco el repentino fallecimiento de Alfonso XII en 1885) y principios del siglo XX, y que le serviría en cierto modo como medio para diferenciarse claramente del resto de los pintores españoles. Curiosamente, casi todas estas representaciones están vinculadas con la Semana Santa de diferentes localidades del País Vasco y de Castilla.
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La procesión de Capuchinos en Fuenterrabía, Regoyos (1902) 60 x 73cm. Colección Casacuberta Marsans |
Notas y bibliografía (5):
(1) En la parte superior izquierda del lienzo encontramos la siguiente inscripción:
Gitanas en calò
¡Llamo la muerte à vose
y no quiere veni
que hasta la muerte ¡¡ay mare!!
tenelaba, làstima e mí!
Es el amor mi vida
como la sombra
que cuanto mas se aleja
mas cuerpo toma!
La ausencia es aire
que apaga el fuego chico
y enciende el grande
(2) Esta es la única obra que pudimos ver en la reciente exposición del Museo Thyssen que podría encuadrarse en el viaje de Regoyos con Verhaeren por España.
(3) Los cuatro artículos fueron dedicados a Regoyos. Se pueden encontrar en el siguiente enlace: https://ia600302.us.archive.org/22/items/3150452_3/3150452_3.pdf (páginas 190, 221, 235 y 250 dentro del pdf)
(4) El texto original de Regoyos publicado en la Imprenta Pedro Ortega se puede consultar y descargar en el siguiente enlace: http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000053621&page=1
(5) Finalmente, para quien esté interesado en profundizar en la figura de Darío de Regoyos, le recomiendo los siguientes libros.
- ENCINA, J. DE LA: Guiard y Regoyos, Editorial Vasca, Bilbao, 1921.
- LASTERRA, C. DE: En París con Paco Durrio: Seguido de Darío de Regoyos, poesía del color y de la luz, Junta de Cultura de Vizcaya, Bilbao, 1966.
- SORIANO, R.: Darío de Regoyos: (historia de una rebeldía), Imprenta de F. Peña Cruz, Madrid, 1921.