martes, 29 de julio de 2014

Perséfone: La reina del inframundo

Il ratto de Proserpina (detalle), Gian Lorenzo Bernini (1621-22). Galleria Borghese, Roma.

La historia de Perséfone (Proserpina en la versión latina), dentro de la mitología grecorromana es sin duda una de las que más nos puede emocionar al público contemporáneo, pues se presta perfectamente a la teatralidad y a situaciones de emociones y actitudes encontradas, que son tan comunes en el imaginario de nuestro tiempo. 

Son múltiples las fuentes antiguas que se refirieron a la diosa, encontrándola en la Teogonía de Hesíodo, en alguno de los Himnos atribuídos a Homero o ya en tiempos de los romanos en las propias Metamorfosis de Ovidio. El episodio más relatado y también el más representado plásticamente ha sido el de su rapto a manos de Hades (Plutón), dios del Inframundo, pero aparecerá también subsidiariamente en el mito de Orfeo y Eurídice y en el mito de Eros (Amor) y Psique.

L'enlèvement de Proserpine, Simone Pignoni (c. 1650), 89 x 136cm. Musée des Beaux Arts, Nancy

Perséfone era hija de Deméter (Ceres), diosa de la agricultura, y de Zeus (Júpiter). El cuidado de su madre hacia ella había producido que hubiese rechazado enlaces con cuatro de los dioses del Olimpo: Hermes (Mercurio), Ares (Marte), Apolo (Febo/Apolo) y Hefesto (Vulcano), por lo que nos encontramos con una Perséfone joven e inocente, protegida siempre por su madre de todo aquello que pudiera ponerla en peligro.

En ese tiempo y por orden de Afrodita (Venus), Eros lanzó una flecha a Hades en un momento en el que estaba saliendo del Inframundo a la superficie de la tierra, haciendo que se enamorase perdidamente de Perséfone, quien a su vez estaba con algunas ninfas recogiendo flores. 

Der Raub der Proserpina. Rembrandt (1631-32), 85 x 80cm. Staatliche Museen, Berlin

Ovidio cuenta que Perséfone, asustada, no dejaba de llamar a su madre mientras Hades la conducía hacia el Inframundo en su veloz cuádriga (acompañado en las representaciones casi siempre del Can Cerbero o perro de tres cabezas), pero antes de llegar a su nueva casa, la ninfa Cíane intentó detener a Hades en su camino, procurando hacerle ver que no debía desposar a Perséfone contra su voluntad. Este hizo caso omiso y pasó por encima de ella, que quedó desfigurada.

Demeter mourning Persephone, Evelyn de Morgan (1906). The Morgan Centre, London

Mientras tanto, Deméter se enteró de la noticia, quien pese a estar desconcertada y apesadumbrada al no saber a ciencia cierta quien había raptado a su hija, se puso a buscarla por todo el mundo, dejando que las cosechas se perdieran y que los pueblos empezaran a pasar hambre.

Ceres searching for Persephone, Michel Anquier (c. 1652), 53,9 x 27,9 x 25,1cm. National Gallery, Washington

En el transcurso de su desesperante búsqueda, Deméter dio con Cíane (lo que quedaba de ella) y esta le reveló que el secuestrador de su hija era su cuñado Hades, por lo que subió al Olimpo y habló con Zeus para que intercediera por ella y lograra que le devolvieran a Perséfone, quien ya había sido coronada como la reina del Inframundo.

Proserpine. Dante Gabriel Rossetti (1877) 46 x 22cm. Colección particular

En este punto, volvemos a encontrarnos con varias versiones. La más seguida dice que Zeus envió a Hermes al Hades (metonimia que sirve para señalar al mismo tiempo al Inframundo y al personaje que lo rige) para que Perséfone le fuera devuelta a su madre, por lo que Hades se valió de una treta para que Perséfone no le abandonase para siempre, que consistió en que probase una granada del Inframundo (en unas versiones Perséfone come la fruta inducida por Hades, mientras que en otras lo hace por su propia voluntad), lo que la vinculaba a él para siempre.

The Return of Persephone, Frederic Leighton (1889). Leeds City Art Gallery

Por este motivo, Hermes solamente pudo llevarse a Perséfone del Inframundo durante seis meses, habiendo de estar de vuelta al término del verano para pasar con Hades el otoño y el invierno. Este pequeño mito nos viene a explicar el florecer de la naturaleza durante la primavera y su marchitamiento con la llegada del otoño, pues implica el inicio del júbilo o de la tristeza de Deméter, respectivamente.

Como epílogo a esta entrada, queremos dejaros con un vídeo de la cantante canadiense Martha Wainright quien canta el llanto y desasosiego de Deméter mientras busca a su hija perdida, clamando que vuelva a su lado. Destaca especialmente cómo en el vídeo se ha buscado expresar el paso de las estaciones del año.

4 comentarios:

  1. Una preciosa manera de explicar los ciclos estacionales.
    Y un monstruo el señor Bernini con esa piedra convertida en carne palpitante.
    Un saludo.

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  2. Buenos días, Cayetano.

    Los antiguos griegos crearon todo un corpus de historias para explicarse los fenómenos que les ocurrían en su vida cotidiana. ¡Qué sería de nosotros si no lo hubieran hecho!

    Muchas gracias por tu comentario. Que pases un buen día ;)

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  3. He dado con tu blog por casualidad y me ha encantado. Gracias por explicarlo todo tan bien, y por poner el nombre latino, y no el griego, entre paréntesis. Un beso.

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  4. Buenos días, Andy.

    Me ha hecho mucha ilusión leer tu comentario.

    Mi criterio en cuanto a los nombres mitológicos es usar preferentemente el más conocido, poniendo el otro en paréntesis, porque la gente suele hacer mezclas muy raras. En cualquier caso, siempre señalo la correspondencia.

    Por otra parte, la historia de Perséfone siempre me ha gustado mucho. Los antiguos tenían una sensibilidad especial para contar lo que les acontecía.

    Muchas gracias por el comentario. Que pases un buen día ;)

    Pd: Por si estuvieras interesada, también puedes leerme en el blog de Los Laberintos del Arte

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